miércoles, 8 de julio de 2009

Juan Diego


Juan Diego, historia de una mentira sincrética más...
Según cuenta la leyenda, un curita español (andaluz para ser más exacto) fue nombrado como el primer obispo de la ciudad de México, ex Tenochtitlán. En su trato diario con los indígenas, se dio cuenta de que estos sentían gran fervor por una divinidad pagana llamada "virgen" (por el actuar sincretico de la iglesia católica) del Tepeyac. Impactado por esta situación, y porque la veneración a la virgen María avanzaba demasido lentamente, decidió pedirle a un pintor local que hiciera una imagen de la patrona de su pueblo natal, la Virgen Guadalupe; que mandó poner junto a la popular diosa del Tepeyac. Se dice que los indígenas notaron su aparición, pero dado el estado de las cosas, los tremendos y traumáticos cambios que se venían produciendo en su sociedad, poca atención prestaron a esta imagen nueva, y solo la consideraron como una manifestación más de su fabulosa divinidad. Pasaron los meses, y el curita mandó quitar la imagen de la diosa, diciendo a todos los indígenas que ahora debían venerar a la Virgen de Guadalupe, la cual sería desde ese momento la patrona de la iglesia católica de México. La virgen fue perdiendo poco a poco popularidad; cuando las inundaciones arreciaban en la nueva ciudad, que crecía imparable sobre el desecado lago, esta mandaba mas lluvias, y cuando la sequía reinó, esta tampoco mandó lluvias. Fue así como la Virgen de Guadalupe quedó en el olvido. Para, cerca de un siglo despues, y bajo la preocupada mirada de la iglesia de la ciudad, que no podía concebir que Santa Ana, patrona del cabildo fuese mas popular que la patrona de la mismísima iglesia, que se encomendó a teólogos de la Universidad a que recopilaran toda la información que manejasen los devotos a Guadalupe; entre esta información surge el relato de Juan Diego, el sayal y las rosas. Se produjo un fuerte debate en torno a si era ético o no oficializar este compendio de relatos orales, pero al parecer, el espíritu de la contrarreforma, y los resabios de una dominación sincrética y barroca, predominaron hasta hoy.

lean a Tzvetan Todorov, La conquista de América: el problema del otro (1997)

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